
Ya está. Eso es todo. Ni el señor Manel Franch, pillado en un renuncio enorme, dimite, ni desde el ministerio se le despide por su actitud, más propia de una oficina soviética de control de la información, no sea que le den armas al enemigo pepero. Éste es el nivel de la libertad de expresión en este país. Una muestra más, junto con las informaciones editadas y facilitadas directamente por los propios partidos (propaganda), las ruedas de prensa en las que no se puede preguntar nada (deberían llamarlas, más bien, conferencias) y una actitud displicente de la clase política hacia el periodismo y su labor, cuando no claramente beligerante con los no conversos. Los partidos políticos juegan “el gran juego” de la guerra feroz por atizar al contrario cuanto más duro mejor, sin pararse en consideraciones de ningún tipo. La verdad o, cuando menos, los hechos probados, carecen de importancia, como demuestran las declaraciones de María Dolores de Cospedal, secretaria general del PP, denunciando escuchas ilegales y comportamientos delictivos por parte de instituciones del estado, sin aportar más datos ni pruebas que su presencia pinturera en terraza veraniega.
En esta situación, los periodistas, la información y el periodismo, son meras fichas del tablero, prescindibles, para jugar y ganar en “el gran juego”. Las consecuencias: el deterioro de la democracia, lugar manido y tópico, expresión propia de agoreros, derrotistas y enemigos de esta democracia con la que el pueblo español se ha dotado. Esperemos que no haya que lamentar desgracias futuras.