Límite 48 horas

Como apostilla en su artículo de hoy el conocido catedrático de economía Santiago Niño Becerra, hoy es día F menos 48 horas, pues 48 horas nos faltan para que se acabe el primer semestre del año y con él la presidencia europea de España. A partir de ese momento perderemos el salvavidas que nos ha medio garantizado no ser intervenidos “a saco” sino que sólo nos hayan caponeado un poco para ver si espabilábamos de una vez, o más concretamente si espabilaba el Presidente Zapatero quien, con demudada faz, tuvo que salir a la palestra para hacerse el haraquiri por mentiroso. Porque decir que había brotes verdes y que empezaríamos a remontar en un pispás va mucho más allá del ciego optimismo. A partir de julio veremos si todas las frases que hemos oído de las diferentes instancias internacionales, haciendo referencia a la corrección de las medidas tomadas por España y la solvencia de ésta, eran ciertas o únicamente una contemporización para ganar tiempo hasta que llegara el día F. No nos engañemos: la cosa está igual de mal o peor. El Estado debe mucho y recauda menos. Y menos que recaudará con el cierre de empresas y el aumento del paro. Además, las emisiones de deuda las ha de cotizar cada vez a mayor interés para que se las compren. Los bancos deben muchísimo y además sus balances son más falsos que un euro de goma pues todo el inmobiliario que figura en ellos no vale, en el mejor de los casos, ni la mitad de lo que pone. Las empresas también deben lo suyo y no pueden deber más porque no les dan más crédito. Si a eso le sumamos que el consumo no irá a más sino más bien al contrario, continuará la cascada de cierres que seguirá incrementando el paro. ¿Y nosotros? Los ciudadanos de a pie también tenemos nuestra cuota de deuda y deberemos reconocer que, en general, nuestro nivel de vida bajará y, ya más en particular, que muchos entraran en las garras de la pobreza para no salir. Todo ello consecuencia de que la deuda total (Estado, empresas, banca, particulares) ascienda a más del 400% de nuestro PIB.
El cómo y el porqué se ha llegado a esto ya se ha explicado hasta la saciedad: estos últimos años el mundo ha crecido a base de crédito, de endeudarse, si no, no habría crecido. Pero todo tiene un límite. De las hipotecas subprime estadounidenses se pasó a las hipotecas subprime europeas y a los créditos y préstamos subprime a los bancos y empresas, para llegar a las emisiones de deuda subprime de los estados. Todo el entramado económico se volvió subprime, o sea, de más que difícil cobro. Y en estas está España, a verlas venir. Julio puede ser un mes más calentito de lo habitual y no por las temperaturas, aunque pudiera ser que nos dieran tregua hasta después del verano. Pero que la crisis empieza de verdad ahora ya nadie lo duda.