Es habitual oír y leer, desde que empezó la crisis, que éste es un periodo que puede ofrecer buenas oportunidades y que hay que aprovecharlo para realizar los cambios y ajustes estructurales necesarios. Sin embargo no se pueden dejar de lado las dramáticas situaciones que atraviesan cientos de miles de personas en España. La respuesta de las administraciones públicas ha sido y está siendo la inyección de dinero (en obras públicas, subvenciones, políticas sociales, etc.) a costa de un aumento muy significativo del déficit. Los ayuntamientos, como es lógico en primera línea de la atención al ciudadano, se han visto obligados a incrementar su deuda para intentar paliar los efectos de la crisis sobre la población. Siguiendo con el de Barcelona, éste dedica este año una inversión de 5 millones de euros en contratos con entidades y empresas de inserción laboral, una de las bases de la inclusión social, incidiendo también en programas de ayuda a las familias socialmente vulnerables, personas en exclusión social severa, niños y adolescentes con riesgo social, mujeres y hombres ancianos en riesgo o personas en situación de dependencia y discapacidad.
La Comisión Europea acaba de decirles a nuestras autoridades, negro sobre blanco, que España será la última en salir de la crisis (junto con Letonia, Lituania y Bulgaria, podría parecer un chiste pero no lo es), que no notará mejoría hasta 2011 y que deberá hacer durante bastantes años un ajuste económico y fiscal extraordinario para reducir su déficit y reajustar su economía. Mientras esto sucede, vamos camino de tener nuestra propia generación perdida pues, como publicaba la prensa esta semana, casi el 10% de los jóvenes entre 20 y 29 años (más de 500.000) ni estudia, ni trabaja, ni busca empleo. Si añadimos a éstos a los parados de esta franja de edad (1,2 millones), a los que estudian pero tendrán pocas probabilidades después de trabajar en lo suyo, a la elevada proporción de mileuristas, etc., podemos hacernos una idea aproximada del grave problema que nos podremos encontrar a la vuelta de unos años.
Desde luego Dickens, en la actualidad, tendría material de sobra para pergeñar una de sus maravillosas historias.
P.S. Os recomiendo que cliquéis la imagen, os llevará a un maravilloso y ácido blog de humor gráfico sin desperdicio.