Los nuevos pobres


Corren tiempos de fuertes cambios en este mundo occidental nuestro. Desde hace ya un par de años, la sociedad se está viendo transformada a golpe de medidas económicas que, con denodado afán, pretenden corregir y enderezar el rumbo de las finanzas nacionales. Se ha de decir que con escaso o nulo éxito. La deuda nacional (gobierno y demás administraciones públicas, bancos, empresas, particulares) sigue siendo astronómica y los mercados, ente metafísico, dudan con razón que se pueda pagar. El PIB no crece. El consumo se contrae. El crédito agoniza. El desempleo sigue aumentando. En este panorama desolador, miles y miles de personas se aprestan a engrosar las filas de la nueva pobreza, muchas de ellas a pesar de disponer de un empleo, la mayoría porque ya sospechan/intuyen que nunca lo tendrán.
Entre los nuevos pobres, a diferencia de entre los pobres de toda la vida que en épocas pretéritas formaron parte de esa parte de la sociedad, abundan los estudios superiores y universitarios, los idiomas y la experiencia laboral. También abunda lo contrario, producto de un sistema escolar a la cola europea. Pero lo que más diferencia a los nuevos pobres de los de siempre es la capacidad de distraerse (de ser distraídos) que tienen a su alcance. Son pobres con móvil y ordenador, con Internet en muchos casos. Pobres de pantalla plana y canal de fútbol de pago, con videoconsola y juegos a juego, así se quedan jugando en casa y ahorran. Son pobres que se quedan colapsados en los aeropuertos la víspera de un superpuente, pendientes de su vuelo low cost que nunca despegará por culpa de unos pocos que no son pobres. Son, en definitiva, unos nuevos pobres a los que las subidas de impuestos y servicios y las bajadas de poder adquisitivo y prestaciones sociales han pillado con el paso cambiado. No se acaban de creer que les esté pasando esto, por eso tardarán en reaccionar si es que lo llegan a hacer. En el mientras tanto, el gobierno seguirá lanzando medidas de corrección presionado por las circunstancias mientras agoniza el mundo que hemos conocido y llega el albor del nuevo. Pero nada han de temer nuestras autoridades, los nuevos pobres no están por la labor de soliviantarse. Eso era cosa de otras épocas.